Viajo a Buenos Aires indignado por todas las entrevistas, tanto en televisión como en radio, donde me ha tocado sortear preguntas de mala fe por parte de medios argentinos. No aceptan que una cantante colombiana empiece una relación con el hijo del presidente.
¿Que si el papá es vendedor ambulante?, ¿si Shakira es una cantante arribista?, ¿si ella no está detrás del apellido De la Rúa?... Decidí ir a la propia Argentina para ver por qué tanto odio. Juan Carlos Pastrana, hermano del presidente de la República, logra que la Embajada colombiana me dé trato especial. Me envían un ve-
hículo al aeropuerto, y el chofer me cobró dos veces. Primero le pagaron en la Embajada y luego me dijo que no había recibido el dinero y yo le pagué. Nos estafó. En la Embajada estaban apenados…
hículo al aeropuerto, y el chofer me cobró dos veces. Primero le pagaron en la Embajada y luego me dijo que no había recibido el dinero y yo le pagué. Nos estafó. En la Embajada estaban apenados…
Llegar a Buenos Aires en la madrugada es, como dice Julio Iglesias en una canción: “Todas las ciudades son tristes en la madrugada, sin luces, ni carros, sin un amor”…
En los 2 primeros días me reuní con periodistas de muchos medios, y son agresivos. No quieren a Shakira. Lo contrario del pueblo raso. Las vendedoras de rosas, en los restaurantes, los taxistas, los diferentes clubes de fanáticos que me recibieron, personas del común, aman a la cantante. Inclusive personajes de la cuarta edad, como el célebre cantante de tangos Raúl Garcés, que a los 88 años –en ese entonces– me dijo que adoraba a Shakira, y Amílcar Brussa casi de 80, en una cena donde me confirmó que era mi lector fijo, me recordó: “fui el entrenador de Monzón y del Happy, pero también sigo la música de Shakira”. También Raúl Gaña, exgerente de Aerolíneas Argentinas de Colombia, me habló bellezas de nuestra cantante. Por el momento, además de mi encuentro con decenas de estudiantes de medicina barranquilleros y cartageneros –algunos hablando como argentinos, con dos meses de vivir allí– me comentaban cómo en todas partes se hablaba de ese romance, que para la prensa era desigual, pero para la multitud… ¡maravilloso!
Al tercer día, me cuenta Juan Manuel Sánchez, de la Embajada –Ministro Consejero–, que tengo 3 citas importantes: una con gente directa del entorno de Antonio de la Rúa. Con la periodista que descubrió el romance. Con el Embajador de Nicaragua en Argentina, hincha número uno de Shakira, que quiere almorzar conmigo, y es posible que me vea con Leonardo Fabio, mi amigo de cuando iba a Cartagena, estoy tratando de localizarlo.
Al final de esta primera entrega desde el sur del continente, debo explicar que encuentro un país sin plata. Andan mal los argentinos económicamente. Afortunadamente, Felipe Domínguez Zamorano, que me envió con buenos viáticos a Argentina, permite que me mueva con soltura.
Mañana:
La historia del romance. Semblanza de Antonio de la Rúa.
La historia del romance. Semblanza de Antonio de la Rúa.
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