Bill Clinton venció en 1992 a George Bush por muchos motivos, pero un eslogan resultó definitivo: «Es la economía, estúpido». Un ligero cambio de sustantivo —dinero en lugar de economía— bastaría para entender esa sociedad entre Antonio y Shakira que no deja de producir abundantes dividendos y genera en simultáneo cascadas de comentarios, rumores, falsas noticias y verdades a medias.
En alguno de esos apartados se encuentra la última primicia del diario mexicano «El Universal». «Shakira sufre depresiones constantes, angustia a la hora de dormir, no sabe cocinar, es maniática en el trabajo, no llama a sus padres por teléfono y tiene fijaciones de su infancia que no le permiten ser feliz». La descripción, según el periódico, pertenecía a «Antonito» (sin eñe), como se conoce al mayor de los hijos del expresidente Fernando De La Rúa en Argentina. El matutino afirmaba que el joven se había tomado un par de copas y había hecho ésta y otras confesiones, de carácter financiero, a un amigo que las habría vendido al mejor postor de la prensa rosa. Además, la publicación aseguraba que el propio ex, despechado, iba a sacar los trapos sucios de la cantante en una revista donde juraba que se había enterado de la infidelidad con Gerard Piqué a través del asistente de ella.
El desmentido
La respuesta del gabinete de prensa del dúo no se hizo esperar. «Antonio de la Rúa continúa presidiendo las empresas de Shakira y la Fundación Alas. Siguen trabajando juntos; por lo que la noticia publicada en el diario “El Universal” de México es falsa, ya que no hubo división de bienes, ni conversación alguna con un supuesto amigo. El amigo no existe, como tampoco la venta de la exclusiva, ni dicha conversación». Éste es el último dolor de cabeza de los muchos que ha habido en una relación tormentosa desde sus orígenes.
La pareja se conoció en Buenos Aires en el año 2000. Entonces el padre de Antonio era el presidente de una Argentina agonizante y él, su principal asesor. El país estalló en diciembre del 2001 y se llevó por delante a un hombre que a duras penas cumplió dos años en la Casa Rosada.El apellido De La Rúa pasó a ser algo parecido a un insulto. Las consecuencias las pagó la familia, incluida la cantante. En 2002, Tower Records prohibió la venta en sus locales argentinos de su nuevo álbum. «Suerte», donde grabó un vídeo con su novio. Fue censurado porque la firma quería «estar al lado de la gente», en palabras de María Ferraro, directora demarketingde la compañía.Shakira se convirtió en el sostén de un hombre que sufría, aunque le inspiraba algunos de los más bellos temas de amor. Pronto, Antonio resurgiría de su tristeza. Le consiguió a su chica un contrato con Live Nation, la productora más grande del mundo, y crearon la fundación Alas, con Gabriel García Márquez como presidente de honor y Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, como miembro.
Los negocios iban viento en popa, pero la relación hacía aguas. Ella quería hijos y él no, Antonio era infiel y Shakira no lo aguantaba… Rumores y más rumores hasta que apareció Piqué y se hizo oficial la separación en enero. Corazones rotos, uno más que otro, pero negocios intactos. Al final, con amor o sin él, ambos son profesionales y el dinero, como la política, ya se sabe, hace extraños compañeros de viaje
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