La construcción de la biblioteca iba bien. Eran miles de libros donados y eso se convirtió en un problema. Había que construir un stand para colocarlas y eso costaba millones. Pasé cavilando qué hacer, cuando la solución vino en un viaje a México con un grupo de amigas, invitadas por el gobierno, organizada por Nelly Ceballos.
En el avión me tocó al lado un español que vivía en una población donde yo tenía un amigo con quien había recorrido España con los toreros (Palomo, El Cordobés y Teruel, entre otros) y era un periodista muy famoso, de nombre Diego Bardón. Le dije al vecino de viaje que le llevara una tarjeta de saludo.
Diego me contestó que ya no hacía periodismo, sino que se dedicaba a correr de espaldas en maratones de Nueva York, China y Australia, entre otros lugares. Según él, los corredores participantes iban hacia delante y él hacia atrás. Algo ilógico y excéntrico.
Le escribí y pregunté si vendría a Barranquilla a correo por los presos, y me contestó que sí, pero había que pagarle tres pasajes porque viajaba con sus ‘lazarillos de maratón’, quienes van adelante y le indican el recorrido para no caerse. Le conté a Shakira y me puso peros, le parecía como una “locura” pero creía en mí. ¿Qué debo hacer?, me dijo.
“Que paguen los tres pasajes ida y vuelta de Europa. Yo cubro lo demás. Hazlo y cuando el corredor llegue a Colombia me avisas”, me anotó Shakira.
Además, Diego me contó algo inesperado. Él corría con una máscara o pasamontañas y su identidad se revelaba cuando llegaba a la meta. Tuve que tener un permiso de inmigración para su llegada.
Para poder correr con él había que pagar una suma y llevar una tela adhesiva.
Se inscribieron centenares de corredores, entre ellos: Checo Acosta, el promotor de boxeo Julio Torres Roca, el técnico Julio Comesaña y la cantante juvenil de ese entonces Gina Ancines.
Mañana: La carrera. Después la inauguración…
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