Ese día no fue planeado para que dos figuras de la canción actual se conocieran. Se pudiera decir que fue por pura casualidad. Los dos estaban consolidándose como nuevas estrellas y nunca se habían visto.
Todo empezó cuando Enrique Iglesias con su mánager Fernán Martínez y un amigo cartagenero que él quería mucho (luego falleció) Andrés Lobo Guerrero, aparecieron por Barranquilla a promocionar Experiencia religiosa me citaron en el restaurante Marsolaire, pero antes ellos dieron vuelta por Barranquilla, donde Enrique pasó desapercibido. No le conocían. Igual pasó cuando fue al programa de Sergio García. Apenas 3 estudiantes de colegio le pidieron un autógrafo. De otra parte, Shakira llegaba de Bogotá a participar en un evento benéfico para ayudar a una operación de la niña Sandra Milena Pallares. Por teléfono le comuniqué que estaríamos en el restaurante citado y ella prometió llegar.
Había mucha cordialidad en el almuerzo, donde también estaba Susy Carbó, y apareció Shakira. El diálogo arrancó cuando la barranquillera dijo que varias veces en Miami fue a jugar bolos con su hermano Julio Jr., Fernán, bromeando les decía que ahora empezaba una competencia para ver cuál de los dos punteaba en los Premios Lo Nuestro. Ambos, juveniles, abiertos, sonreían y le seguían la corriente a Fernán. Cuando ya estábamos en los postres, empezó a llover copiosamente y Shakira dijo que se iba porque le tocaba actuar. Se dieron ‘picos’ amistosos y recuerdo las palabras de Fernán con picardía:
“Nos veremos en Miami, para ver quién gana”…
El tiempo apremiaba y Enrique dijo que él quería manejar pero orientado. Fuimos a mi casa a saludar a Lourdes, y partió el bordillo de la entrada, sacó unos dólares para pagarlo, pero, por supuesto, no lo aceptamos. El trayecto al aeropuerto fue dramático. Le tocó al español la furia de los arroyos locales y estaba bastante nervioso, yo diría que crítico. Fue penosa la lenta llegada.
Y cuando nos despedimos, dijo:
“De esta ciudad me voy a acordar, pero, por los arroyos”.
Mañana: volvieron a encontrarse en Miami y barrieron con los trofeos.
Todo empezó cuando Enrique Iglesias con su mánager Fernán Martínez y un amigo cartagenero que él quería mucho (luego falleció) Andrés Lobo Guerrero, aparecieron por Barranquilla a promocionar Experiencia religiosa me citaron en el restaurante Marsolaire, pero antes ellos dieron vuelta por Barranquilla, donde Enrique pasó desapercibido. No le conocían. Igual pasó cuando fue al programa de Sergio García. Apenas 3 estudiantes de colegio le pidieron un autógrafo. De otra parte, Shakira llegaba de Bogotá a participar en un evento benéfico para ayudar a una operación de la niña Sandra Milena Pallares. Por teléfono le comuniqué que estaríamos en el restaurante citado y ella prometió llegar.
Había mucha cordialidad en el almuerzo, donde también estaba Susy Carbó, y apareció Shakira. El diálogo arrancó cuando la barranquillera dijo que varias veces en Miami fue a jugar bolos con su hermano Julio Jr., Fernán, bromeando les decía que ahora empezaba una competencia para ver cuál de los dos punteaba en los Premios Lo Nuestro. Ambos, juveniles, abiertos, sonreían y le seguían la corriente a Fernán. Cuando ya estábamos en los postres, empezó a llover copiosamente y Shakira dijo que se iba porque le tocaba actuar. Se dieron ‘picos’ amistosos y recuerdo las palabras de Fernán con picardía:
“Nos veremos en Miami, para ver quién gana”…
El tiempo apremiaba y Enrique dijo que él quería manejar pero orientado. Fuimos a mi casa a saludar a Lourdes, y partió el bordillo de la entrada, sacó unos dólares para pagarlo, pero, por supuesto, no lo aceptamos. El trayecto al aeropuerto fue dramático. Le tocó al español la furia de los arroyos locales y estaba bastante nervioso, yo diría que crítico. Fue penosa la lenta llegada.
Y cuando nos despedimos, dijo:
“De esta ciudad me voy a acordar, pero, por los arroyos”.
Mañana: volvieron a encontrarse en Miami y barrieron con los trofeos.
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